Capítulo IV, V, VI, VII

Por razones familiares y profesionales de su padre Claire y su hermanos pasaban horas ocasionalmente en los jardines neoclásicos del siglo XVIII y XIX del Laberinto de Horta en Barcelona, antigua propiedad de un marqués hasta que éste la cedió a la ciudad como jardín-museo. Toda su vida desde pequeña le han rodeado este tipo de jardines con sus mantos de flores cercados por pequeñas piedras y caminos de piedrecitas blancas y redondas, que crujían al pisarlas con
ese sonido tan particular. Incluso entre sus lecturas preferidas, Aloma, La Plaça del Diamant , Mirall trencat de Mercè Rodoreda , han sido una constante habitual . También su escuela Arc Iris, antigua 26 de Enero, creada en principio para niños con dificultades por sus duras condiciones de vida y que necesitaban atenciones especiales, pudo disfrutar en sus patios de este tipo de jardín.

Foto del Laberinto de Horta en Barcelona

Todavía puede percibir el calor de los rayos del sol en los patios del colegio, cuando en las horas de dibujo su profesora la hacía bajar a los jardines para que dibujara al aire libre las flores y plantas que se expandían por doquier.

Cuando El parque del Laberinto se encuentra cerrado al público, corre con sus hermanos por todos los rincones jugando y dándose de tortas entre sus setos y flores, hasta que no pueden más y paran a sentarse en la fuente central al final del recorrido.
La fuente era redonda, con un chorrito en el medio que subía tan alto como querían ya que conocían el grifo secreto que lo encendía y lo regulaban a la altura que les daba la gana, salpicándose y mojándose de lo lindo unos contra los otros.

A veces, pasaba horas sentada con los pies metidos en el agua, escuchándola caer y admirando su movimiento y reflejos, así como los seres que campaban a sus anchas: había renacuajos, arañas con unas patas larguísimas y libélulas (en catalán las libélulas se llaman Espia-dimonis, ese nombre siempre la había hecho mirarlas con desconfianza).
Y ahí, entre todo ese entretenimiento, nadaban los peces; eran lánguidos y suaves, transparentes, como el velo de una novia mojado y ¿Veloso?, se deslizaban perezosos con esos colores tan suyos y brillos que tanto han llamado siempre mi atención.

Movía los pies hacia adelante y se acercaban curiosos una y otra vez, iban y venían y así pasaba horas embobada bajo el sol, relajada, observándolos, perezosa, esos peces que siempre se han reflejado en su obra y que tanta curiosidad han desertado en ella cuando los observa plasmados en obras de otros artistas, está convencida de que el hecho de que formen parte de esas obras tiene que ver en los recuerdos más internos de su infancia.


De repente algún grito capta la atención de Claire alertándola, gira la cabeza para ver que está ocurriendo, entrecerrando los ojos, saca los pies del la fuente y se levanta lentamente. Sus hermanos corren entre los setos, uno tras otro, chillando, llorando y riendo; vuelven a estar dándose de tortas. Se le iluminaba la cara, sonríe alegre y echa a correr tras ellos.


Capítulo V

De estas andanzas y juegos, de sus tardes al sol con los pies en el agua en la fuente central del parque del Laberinto, de sus paseos por
la zona de la estatua de la dama del paraguas del Zoológico de Barcelona o sus días sentada con un libro en los bancos del lago en la
Ciudadela donde la figura del escultor Llimona descansa delante del Parlamento, surgen historias y sueños que imagina cuando contempla caer el agua entre los musgos y flores que recorren la humedad y el frescor de las piedras de esas fuentes y así imagina personajes y escenas de amor que acontecen sin que (nadie se dé cuenta ¿)

Le encanta imaginarse dentro de esas aguas cerradas, y así se siente Sirena en sus sueños como cuento en el que pasa a ser narradora y
protagonista a la vez creando un mundo paralelo, una encantadora dualidad que empieza con un:

- Quedó la historia olvidada tras los años transcurridos de aquella que por amor quedó por siempre atrapada en la frescor entre la vegetación verde y mojada de musgo y liquen de una antigua fuente en el barrio
antiguo de la ciudad. Los ojos de los que pasan no pueden verla y en el aire está escrito
que solo la verá aquel a cuyo corazón esté destinada. Pasa los días sumergida bajo el agua, se esconde y juega en los
distintos recovecos de esa cárcel húmeda de la que es prisionera mientras espera.. Sumergida entre el esponjoso entorno verde y el
agua.

De noche sale a la superficie y se sienta bajo la luna a trenzar con flores y hojas su blanco pelo y algunos creen haber oído a alguien
tararear música clásica de noche al viento. Es destino de las sirenas encontrar un gran amor y arrastrarlo con
ellas al fondo.
Por eso siempre espera paciente y observa a cada uno de aquellos que se acercan a beber de esa fuente en la que ella se haya presa al que
ha de ser su elegido. Mira curiosa las caras que bajo el chorro del agua transforman los ojos cerrándolos y los labios se abren relamiéndose bajo el frescor que cae a borbotones a sus gargantas...

Aquella noche suspiraba distraída bajo la luna sentada al borde con solo la cola metida en la fuente cuando al oír unos pasos se deslizó a su refugio escondite presurosa donde pudo observar un cuerpo que se acercaba. El volvía a casa despistado, cruzando la plaza. La sed le secó el gaznate y la boca e intuyó el chorro que corría en el centro de la plaza en la antigua fuente medieval. Lentamente se acercó extrañado por la repentina sed y bajando la cabeza dejó que el agua chorreara sobre su boca bajando por el cuello, mojando su pecho. Estaba inusualmente fresca y clara; bebía como si en ello le fuera la vida cuando de pronto sintió el toque de una mano acariciándole la barbilla suavemente atrayéndolo bajo el chorro y unos labios que se posaban sobre los suyos besándolos delicadamente entre la mojada cortina. Su respuesta fue instantánea, muy varonil y una excitación apremiante recorrió su cuerpo calentándolo de inmediato al notar un cuerpo femenino aplastándose contra él ardoroso y seductor mientras seguía besándolo y mordisqueándolo a través del agua. Noto unos pechos firmes que lo empujaban seductores atrayéndolo a un cuerpo más que dispuesto que lo arrastra de golpe a una pasión hacia un cuerpo femenino desconocido. Hacía años que no sentía con una mujer aquel tipo de calentón instantánea, ni a tampoco que respondiera de forma tan ansiosa a sus demandas. En medio de esa vorágine de sensaciones que experimentó en un segundo y que dejó su mente nublada y su cuerpo ardiendo, la misma boca que lo reclamaba una y otra vez y lo besaba impaciente se acerco a su oreja susurrando concierto para piano de Rachmaninov .Abrió con sorpresa y desconcertado los ojos y se apartó súper excitado intentando contener la respiración y volver en si mismo. Noto que su corazón parecía querer estallar y sacudió la
cabeza con fuerza confundido. Miro a su alrededor. Nada ni nadie,.... se fijó bien... volteo la cabeza buscando alrededor, nadie.
Escucho en la negra noche chisporrotear el agua a su caída del grifo  dispuesto de antiguo bronce en forma de pececito. Fijó sus ojos en el

chorro y no sabe muy bien porque, con esa ansia que sólo viene del abandono volvió a meter la cabeza bajo el mismo y la mantuvo un
momento bajo el chorro como si estuviese volviendo a beber. Entonces de forma premeditada abrió los ojos y la vio...... en ese momento la
sorpresa fue de ella que al verse descubierta susurró:
-    ¡Has venido.....!


Claire inventa historias y relatos y se las cuenta a sus hijos a la hora que los acompaña para dormir de igual manera que ahora recuerda como su madre lo hacía con ella y sus hermanos, era algo divertidísimo, llegaba la hora de acostarse y apagaba todas las luces de la casa, todos los hermanos esperaban con alegría el nuevo cuento que estaba por venir, era una sorpresa que ella había preparado durante el día y que grababa en uno de aquellos casetes de cinta de los antiguos de color negro y cuadradotes y así por la noche poderlo conectar para que los escucharan. Cualquier cuento de los tradicionales servía para desbaratarlo e inventar una historia nueva haciendo que pareciera otro totalmente distinto, donde los buenos se convertía en valientes héroes y protagonistas únicos de las historias, como la Caperucita deportista o los tres cerditos valientes no, súper valientes. Recuerda la emoción que la embargaba bajo las sábanas tapada hasta la nariz escuchando la voz de su madre en la oscuridad escuchando aquellas fantásticas y locas historias , las veces que le suplicaba que pusiera la cinta una y otra vez y como se dormía cansada y divertida soñando en aventuras y lugares fantásticos.

Capítulo VI

Le gusta la sensación que le invade el cuerpo cuando se encuentra en mitad del bosque la quietud y la soledad bañadas por un  sol otoñal en la época en que se pasea por el monte recogiendo setas, pasea distraída con paso lento sobre la pinaza de pino negro joven que recorre igual que hizo junto a sus padres hace ya tantos años y recuerda los sonidos y silbidos con los que se comunicaban cuando tenían que encontrarse o volver al punto de salida. Un código que solo conocían ellos y que era una forma de no perderse por aquellos bosques de antaño, se le antoja que la forma redondeada de las setas y la forma de agruparse se asemeja a naves de visitantes chiquititos que visitan nuestro planeta y de tal guisa mientras pasea a la busca de los mismos inventa un relato de para poder contar...

Al amanecer hoy, el bosque silencioso y quieto elevaba altísimo los troncos de sus árboles de pino joven negro, cuyas copas desaparecían
sobre una pesada niebla que lamía sus faldas. El frescor de la escarcha se esparcía por todos sus rincones dejando
un manto brillante y plateado de gotitas de agua que reflejaban cristalinas dejando entrever las primeras luces de la mañana.
Mis pasos suaves y lentos buscaban las "señales" cualquier indicio de su presencia, de que estuvieran allí esperando a ser descubiertos.
Mi andar sorteaba ramas y raíces, se hundía en el suave manto de hojas y musgo verde y mojado, atento.
Los he oído llamándome flojito, susurrando unos con otros y he tenido un "avistamiento" perfecto, maravilloso...
Tenían esa forma suya tan característica, todos redondos e iguales, parecían flotar estáticos sobre el suelo pajizo de hojas puntiagudas
como agujas, perennes y largas de los pinos. Anaranjados y con motitas verdosas, chatitos, se alineaban juntos o en pequeños grupos bajo los arbustos. Me he arrodillado frente a ellos adorándolos como pequeños dioses y con sumo cuidado los he ido sacando de su escondrijo, cortando su "tallo terrestre " con mucho cariño. Para eso han sido creados y así se relacionan con algunos de nosotros.
Mi misión ha terminado satisfactoriamente así que he vuelto sobre mis pasos lentamente, canturreando alegre, dejando atrás el silbido del viento entre los árboles y el sol entrando ya por sus ramajes... mi sonrisa satisfecha se ha elevado hacia el cielo dándole las gracias...
-"Ellos vienen conmigo..." susurra bajo el aire.

Arriba en la torre "donde empezó todo", al borde del alféizar del campanario de la Iglesia de Santa María Dels Turrers en Banyoles, se sienta relajado y tranquilo con los pies colgando al vacío un hermoso ejemplar de ángel blanco único en su especie, de cuerpo musculoso, atlético y fornido, de piel brillante y exquisito porte, tanto, que pareciera afeminado, robusto, fuerte, alto y de un blanco impoluto como el mármol. Sus ojos cristalinos de un azul trasparente y noble vigilan atentos a su rebaño de humanos, en especial de su favorita Claire, que aquel día se encuentra sentada al aire libre bajo un parasol naranja pintando una bella y abandonada fachada cubierta de enredaderas y florecillas azules.
Es su protector, su vigilante, su ángel de la guarda. Un movimiento llama su atención y se levanta espléndido y desnudo, desplegando de su espalda unas alas blancas de abundante plumaje que bate en el aire bostezando y las estira hacia el cielo en un gesto que parece que comprobara que siguen enteras, aletea suave y con un golpe seco, clac!  las recoge doblándolas delicadamente. Centra su mirada inquieta e incrédulo, busca hasta encontrarlo, antes solo había sentido su presencia, pero habían pasado ya mucho tiempo y era imposible lo que su mente estaba pensando, un escalofrío extraño le recorre todo el cuerpo, pero ahora lo ha percibido con total intensidad, es como un latigazo y su corazón agitado empieza a latir aceleradamente. Allí de pie, magnífico sobre el campanario, el ángel blanco que es invisible para los humanos intenta ver entre la espesa neblina que cubre toda la iglesia un alma que se acerca a otra y que no deberían de encontrarse ya que así está escrito en los libros de la vida, esa es una parte más del motivo de la existencia de los ángeles de la guarda, las almas contenidas en redondos recipientes cristalinos y que se hayan dentro de los seres humanos como lucecitas del ser, fresco rocío de la mañana una vez se encontraron en otra vida no pueden volver a coincidir jamás. De repente oye  recitar aquel estribillo tantas veces recordado:
-Te busqué en las noches y no encontré nada...
Debajo de las piedras y no te encontré
En la mañana fría y en la noche
Te busqué, hasta enloquecer
Pero tú llegaste a mi vida como una luz
Sanando las heridas de mi corazón
Y haciéndome sentir vivo otra vez
No quería ni hablar
Ni tampoco comer
No quería cantar
No sabía que hacer
Te busqué .
Caminaba solo, lento, perdido, entre la fría neblina, empapado, con la ropa húmeda pegada a su cuerpo, este hombre al que la vida le ha
sonreído feliz , que nació envuelto en su placenta, como un niño, ha pagado con creces todos sus excesos cuatro años atrás, después de
tantos días de hospital y pruebas médicas por fin puede volver a casa. Se siente afortunado de poder volver a “vivir”. Se para bajo el campanario con los pies firmes al suelo algo separados, las manos en los bolsillos cierran fuertemente un papel en el que lleva escrita la siguiente cita que escribió en aquellos largos días de ingreso hospitalario:
- Llevaba mucho tiempo " vivo" pero en letargo, "vivo" pero sin pintar, " vivo" para vivir más tiempo, vaya mierda... he cambiado el "chip" totalmente. Vuelve a apretar fuerte el papel entre los dedos mientras observa entre los rayos de sol que empiezan a invadir toda la calle a aquella figura femenina sentada relajada y distraída bajo un anaranjado parasol, la observa largamente y suspira. Levanta la mirada arriba, al cielo y sus ojos se mueven inquisitivos buscando a lo lejos  como si pudiera ver. El hermoso ángel blanco se retira un poco hacia atrás y se pregunta:
-Acaso puede verme?

Alberto se dirige calle abajo sin perder la vista de aquella figura femenina que todavía se haya grabada en lo mas hondo de su ser, como un tatuaje a fuego, en carne viva. Sí, la recuerda bien, aquel día de su primer encuentro en el estudio de un joven y prometedor artista al que había acudido a comprar obra para sus clientes. Él también había sido pintor, pero ahora se dedicaba a la compra y venta de obras de arte, esculturas y muebles modernistas viajando de un lado a otro y contactando con todo tipo de personas; había dejado por un tiempo apartados los caballetes y los pinceles para dedicarse a las comisiones y la compra venta. Hace mucho tiempo ya que la vio por primera vez, entró al estudio para cerrar unas compras y nada mas dar el primer paso ahí estaba ella estirada lánguidamente desnuda sobre el sofá posando tranquila, nunca podrá olvidar sus ojos entrecerrados, unos ojos que lo miraron por dentro taladrándolo y descubriendo dentro de el, muy dentro, allí donde no había dejado entrar jamás a nadie.  "Hay miradas, contenidas, arrobadas, lejanas, atentas, risueñas, cantarinas, incluso saltarinas.... Miradas distintas, precisas, enamoradas y atolondradas... Miradas que andan, que surcan mares y vientres, que elevan cometas de pestañas infinitas... Miradas largas de pesada carga salina.... Corneas caprichosas del color del cava en la bodega por la mañana. Hay miradas de añoranza sobre los acantilados de la vieja Irlanda. Las que esperan o desesperan.... Las que callan o todo lo hablan.... Miradas y miradas"

Tuvo que rehacerse con un gran esfuerzo ante tal sorpresa y cerrar de golpe la puerta que intuyó que ella había abierto con esa mirada. Le devolvió el inquisitivo escrutinio y se entretuvo larga y lentamente en recorrer ese cuerpo desnudo que se le mostraba como un perezoso gato, valorando cada centímetro de piel expuesta con la experiencia que dan las relaciones con todo tipo de mujeres y situaciones.  Notó el estremecimiento de ella bajo su apasionado escrutinio y sus ojos se regodearon acariciándola. Manos de seda. Las almas gemelas se reconocen, se buscan y se encuentran a través del tiempo, de lugares personas o vidas; pero siempre acaban encontrándose de nuevo en distintas vidas, y una vez lo hacen nunca mas podrán separarse, es su destino. El rechazo rebelde contra lo que está bien y lo que está mal, lo que los latidos del corazón piden , lo que la razón intenta engañar, lo inteligente, lo cabal. Claire sentada bajo la sombrilla naranja dibuja ajena a los ojos que la observan, los papeles posados sobre sus rodillas y un montón de pinceles y botes de pinturas rodean sus pies, el frescor de la mañana empieza a retirarse y unos cálidos rayos de sol la rodean mientras una suave brisa acaricia su melena, se acaricia la nuca y bosteza somnolienta, es feliz, vive una vida tranquila, reposada. “Mi Claire” su Claire se encuentra escondida y descansa en el sueño de un largo letargo, el de la madurez, en el modo confort. La punta de unos mocasines rojos de piel vuelta asoma bajo el parasol y un "hola" masculino llama su atención.

Capítulo VII

La niña Claire mira enrededor, una cocina a la izquierda con un lavadero incrustado de color gris en el que gotea por un trozo corto de manguera el agua, desde un depósito gigante. A su espalda una puerta de entrada a un pequeño baño. Presta atención y escucha atentamente los sonidos de la casa,nada ni nadie. Se para .... apenas un quejido que proviene desde arriba. Valora como puede llegar a la lamparilla, demasiado alta para su corta estatura. Contra la pared del baño reposa una enorme nevera, la primera de la casa que compraron tras deshacerse de aquellos antiguos cajones que refrigueraban la comida a base de barras de hielo compradas a vendedores ambulantes de la calle. Valora sus posibilidades, siempre ha sido ágil y atlética así que con ese espíritu de aventura que la acompaña, se encarama primero al alfeizar interior de la ventana de puntillas y de un brinco salta a la parte superior de la nevera gigante. Ya de pie en equilibrio intenta alcanzar la lamparilla de cristal verde, en forma de lágrima rodeada de hiedra color cobre pero le es imposible. Vuelve a escuchar una vocecita desde dentro que grita: ¡Ayúdame, ayúdame por favor! Se para y mira a todos lados..... baja los ojos a sus zapatitos de charol rosa de lacitos, coge uno descalzándose y lo levanta en su mano hacia la lamparilla e intenta asestar un golpe seco al cristal... pero antes susurra: -Apartate y cúbrete bien la cara y el cuerpo. Zapatito en mano dá un golpe seco al cristal verde que se rompe en dos. De repente el mundo y el tiempo se detienen, no es de día, no es de noche, la quietud lo inunda todo. La niña desconcertada levanta la cabeza intrigada, intentando ver algo entre el resplandor de luz blanco. Y cree percibir un débil aleteo sobre sus pestañas, un puntito brillante que salta de puntillas sobre su nariz... su boca...sus mejillas Y siente caer sobre su cara una lluvia de polvo de purpurina y estrellitas de bellos colores .... y unos labios chiquitines que la besan una y otra vez diciéndole: - Gracias, gracias, gracias ... ? 

<< Claire inventa historias, aquella noche duerme plácidamente, de pronto se revuelve inquieta en la cama algo o alguien quiere llamar su atención, intenta seguir durmiendo, pero la empujan una y otra vez y acaban por despertarla. Abre los ojos somnolienta, siguen golpeándola suavito. Cuando se incorpora por completo en la cama para mirar bien, un reflejo blanco intenso la ciega, abre del todo los ojos y puede distinguir claramente unas alas de mariposa espesas, gigantes, que se baten suspendidas en el aire y una melena blanca de rizos largos que flota esparcida por el cielo . Una dulce sonrisa la observa con la cara inclinada de medio lado. La reconoce enseguida, pero ahora es todo luz y claridad que emana desde dentro. Despierta de golpe y se levanta, la bella imagen desaparece. Son las cinco de la mañana, ya no puede dormir más. Pasea inquieta descalza sobre la suave madera, le gusta sentir el suelo en sus plantas. Se acerca a la ventana y mira el mar azul al fondo, el

olor a sal la penetra, empieza amanecer. Por la mañana recibe el siguiente mensaje en su teléfono: -¡Ay Claire! Que susto que nos ha dado. Esta noche tuvimos que volver al hospital corriendo. Nos avisaron que se nos moría. Claire cierra el aparato, lo deja caer a su lado y suspira tristemente, se sienta distraída mirando la nada. Pasan lentamente los días hasta que una lucecita verde parpadea en la pantalla del móvil, reconoce un nombre y un rallo de esperanza recorre por un segundo su mente. Esta vez es un mensaje de voz, le da al play para escuchar. -Querida Claire, te habrán dicho que casi me muero, pero todavía no es mi hora. Esa noche desperté, había gente rodeando mi cama, miré las sábanas y empezaron a crecer flores y más flores de las de tus cuadros. Venía más gente a mirar, pero no decían nada, solo miraban y yo veía ramas y florecitas esparcidas sobre mi cama de todas las formas y colores, crecían por todos lados, eran preciosas, algo bellísimo y al final me levanté y caminé por tus caminos , mis manos las acariciaron suavemente a mi paso, las sentí frescas entre los dedos y eso me dió fuerza para seguir, y luché, luché con todas mis fuerzas por vivir. Un beso, nos vemos pronto. Click. Claire sabe que tiene algo ahí que no quiere conocer ni explorar. Es un sentido una intuición cierta y que por pudor o temor deja arrinconada en lo más hondo de su ser. Pero hay veces que "eso" como ella lo llama se le planta delante de manera inesperada sin que pueda hacer nada por apartarlo. No piensa nunca en ello. Pone la mente en blanco y deja que suceda >>

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